miércoles, 22 de febrero de 2012

Agradecer lo que se odia

En la mañana me consumía la calentura. La radio desinformando y el tren en su rutina rebelde de no seguir horario son condimentos que nadie quiere encontrarse una mañana luego de cuatro días de descanso. A las 8:30 mi libro sufría la presión de mis dedos furiosos y oía en silencio las puteadas en susurro que lanzaba mi boca. Es horrible darte cuenta que odias una situación que instantes más tarde vas a agradecer por el resto de tu vida.
El Sarmiento avanzaba muy lento por su recorrido, mientras los auriculares comenzaban a salirse de las orejas de los pasajeros que anunciaban a sus pares las simples palabras que escucharon en el informativo o en sus programas predilectos. “Hubo un accidente en Once”, decían en voz tranquila y cansada del hábito, tapando los ringtones de los celulares contenedores de mensajes de preocupación. - Viajar por años en el Sarmiento hace que te cubras con un manto de asquerosa frialdad y que la palabra “accidente” sea sólo una palabra más dentro del idioma castellano, una palabra corriente sin nada por qué conmoverse - . Igualmente esperás a frenar en alguna estación para que el altavoz diga de manera oficial lo que estaba pasando, sólo para saber que va a ser de tu vida.
Cada minuto que pasaba era un dato más y un supuesto que se caía. Cada pasajero era un corresponsal de su medio de información y en forma individual se sacaban conjeturas de lo que podía haber pasado en realidad.
“Tren de plataforma número dos lleva con destino Plaza Miserere por accidente en estación Once” decían los altavoces. - Traducción: el tren iba a terminar donde para el subte, ahí abajo -. Con ese anuncio se generó un alivio. Ya sabíamos nuestro destino. Pero en muy pocos segundos, comenzó la preocupación menos egoísta. “Para…¿qué habrá pasado? ¿Cómo está la gente que viajaba en esa formación? Es ahí cuando los corresponsales vuelven a actuar: “Más de doscientos heridos”, “parece que el tren no freno y se llevó puesto el anden”, “son unos hijos de puta”, “hay muertos”…
Es ahí cuando la cosa cambia y te das cuenta que tus preocupaciones eran una gloria para lo que ahora se te pasa por la cabeza: “una hora antes y te tocaba a vos”, “ese es el tren que se toman Papá y Hernán siempre” (gracias al que le dio el trabajo de hoy que hizo que se tenga que llevar cosas y, por ende, ir en el auto), “¿Dios, habrá estado alguno de los chicos?”, “La puta madre ¿quién viaja a esa hora?”. Es ahí cuando te cae la ficha típica de pensar que hubiera pasado si te hubiera tocado a vos. El pensar que hoy, por h o por b, no pudiste saludar a tu hermano, a tu hermana y a tu viejo antes de irte. Que cuando te fuiste tu vieja estaba en el baño y tampoco la pudiste saludar más que con un grito. Que te fuiste pensando que ibas a hacer cuando volvieras del laburo o qué tenias que hacer dentro del laburo. Se te ocurren miles y miles de cosas que no tienen respuesta porque lamentablemente sabés que mañana las vas a hacer de la misma manera, sin recordar esos razonamientos que pasaron por tu cabeza en el momento del shock. Es horrible que sean este tipo de cosas las que nos hagan reaccionar. ¿No se supone que las cosas buenas son las que te tienen que hacer reaccionar? Eso me contaron en Hollywood. Mentira, en las películas también se razona luego de un hecho trágico y no antes. Y es horrible saber que, encima, esos pensamientos, esas proyecciones que uno se hace luego de estos hechos sólo queden en el tiempo.
Ahora que pasa el día, los pasajeros seguimos teniendo esas mismas preguntas, esos mismos cuestionamientos, en cambio en la tv ya sólo quedan números, cifras. Son 49 muertos. 49 familias que se derrumban emocionalmente. Son infinitas lágrimas golpeando el piso de los hospitales. Son cientos de niños preguntando por sus padres. Son millones de pasajeros paralizados por el miedo. Son cientos de personas que no llegaron a sus trabajos. Deciles como quieras, para mi son victimas de este país de negociados donde la guita no se pone donde se tiene que poner y la inseguridad sobre el futuro está en cada paso que damos sobre este suelo.
Dejemos de llamar “accidentes” a los hechos que se pudieron haber evitado. Eso es negligencia, desidia, abandono, estupidez, egoísmo, avaricia, irresponsabilidad y, sobre todas las cosas, corrupción. ¿Tenemos que esperar que ocurran estos hechos para que cambien las cosas? NO, en este país, tenemos que esperar que ocurran estas cosas para que por dos semanas no vuelvan a ocurrir. TERMINEMOS CON ESTO.

gmg

Nota del autor: dedicado a las familias que hoy esperan un por qué y, en forma personal, a aquellas personas que se preocuparon por mi, sabiendo que suelo viajar en ese horario.

jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Quién fue?

¿Quién fue? ¿Quién fue el que un día se levantó y dijo “vamos a agregar más placer”? ¿Quién fue el que dijo “nooo, probemos hacerlo de ésta forma y ver que pasa”? El que un día oficializó eso que algunos ya hacían, pero que tildaban como algo propio, y que muchos veían como una chanchada, ¿Quién? Porque claro, antes era algo tradicional: el masculino abajo, la femenina arriba y dale que va. Ahora es inconcebible, para la gran mayoría, imaginar ese lindo acto sin ese agregado. Ya ni te acordás cómo era antes. Y bue, como iba diciendo: antes era lo tradicional, vuelvo a insistir, el masculino abajo, la femenina arriba y quizás algún agregado de color. Alguna esencia que dé otro toque o una mezcla de esencias. Después vinieron otros agregados, también para chanchitos, que constaban en untar, no sé, ponele, algún lácteo, algo cremoso o un poquito de crema. Además, se buscaban otros sitios donde hacerlo, nuevas formas y posiciones, todo un mundo de posibilidades. Distintas formas de buscar algo diferente, para variar un poco. El fin: más placer. Y se sostiene la idea que para generar más placer, hay que agregar “más”. Ejemplos: cuanto más tardás, más placer, cuanto más grande es, más placer, cuanto más chiches haya en ese juego de sentimientos, sabores y aromas, más placer. Cuanto más caliente está, más placer. Todo más, más, más y más. Ojo, más placer también acarrea más precaución, más cuidado (no sean boludos, cuidenseee). Hay que cuidarse antes del acto, durante el acto y después. La idea es agregar cada vez más elementos sin que importe el costo. Y a alguien se le ocurrió, creo yo, el agregado definitivo: más placer, imposible. ¿Algún día sabremos quién fue el genio que lo oficializó y masifico, haciendo que todos tengamos al alcance ese saber que genera tantas sensaciones? ¿Algún día conoceremos al que agrego un elemento más a la receta del placer? ¿Algún día sabremos quién fue el grande de grandes que al pan con la salchicha y aderezos (a gusto) le agregó la “lluvia de papas”?
gmg

jueves, 19 de agosto de 2010

Otra de las que nadie se salva

Te decidiste. Te decidiste y estás seguro de hacerlo. Claro, es que pensás que esta situación no da para más, que es inmanejable. Gastás miles y miles de minutos tratando de arreglarlo, de maniobrarlo, pero es incontrolable. Ya algunos de tus amigos te lo advertían, tu misma familia te decía “mira, fijate…así no podés seguir”. Y vos quizás no les das bola porque crees que todavía hay chance, que todavía hay una posibilidad de arreglarlo por tu cuenta, sin recurrir a una ayuda profesional. Va…lo que pasa, en realidad, es que más que esperanza de poder seguir así, lo que tenés es miedo de lo que viene después de esa gran decisión. Más que de sueños de esperanza, tu cabeza se llena de dudas y de inseguridades que también son difíciles de controlar. Pero, a pesar de todo, después de un tiempo, evaluás y te decidís. Decidís y, a partir de ahí, comenzás a proyectar: te informás de todos los profesionales de tu zona que pueden ayudarte, los analizás para ver si hay alguno que pueda ayudarte mejor que otro y ahí ves que hacés, si cambiás y vas con uno que conoces por comentarios o si vas con uno que ya te ayudó anteriormente. Después, dependiendo del profesional, programás una cita o caes de sopetón y esperás hasta que pueda atenderte…y que sea lo que dios quiera.
Llega el día del gran acto y, desde que te levantás, empezás a carcomerte la cabeza con pensamientos negativos y con esas dudas que no te dejan vivir. Todo el tiempo pensando en el después, en lo que vendrá. Y ahí quizás comenzás a arrepentirte, pero ya es tarde, no te podés echar atrás, ya está, pensá que de ésta nadie salva y que algún día tenía que ocurrir. Pero no, no podés parar de pensar en lo que viene, en lo que pensarán los demás después de que lo hagas. No podés parar de pensar, incluso hasta que llega la hora. Hasta que llega ese momento en el que comenzás a avanzar hacia el final, hacia el cambio, insisto, hacia la brecha que divide el antes y el después.
¿Qué te hará? ¿Cómo lo hará? Te maquinás con una sarta de preguntas que sólo te ponen más nervioso y que te hacen olvidar que más que preguntas, vos tenés que elaborar respuestas para proponérselas y que el que te atienda pueda llevar a cabo tus órdenes. Pero es tarde, cuando te acordás de esto ya estás en la puerta del lugar. En la puerta, apunto de saludar a tu asesino a sueldo. Entrás y lo saludás con una sonrisa nerviosa, mientras pensás “¿qué hago acá? Mejor me voy”, pero te quedás. Te sentás y empezás a mirar para todos lados, admirando con terror el paisaje de tortura, lleno de armas blancas y de gritos chusmas que no paran de perturbarte. “Estás jugado”, te llegó la hora.
Nervios, nervios, nervios y más nervios. Te seguís maquinando mientras los pedazos caen al vacío. Pobre…quizás vos no lo querías hacer sufrir tanto, pero él te obligó. Te gano la impotencia. Vos ya no podías hacer nada, necesitabas que alguien actúe y tomaste esa decisión. Así es, fue tu decisión y tenés que empezar a hacerte cargo de ella, a asumirla. Ya te condenaste a esperar la condena. A esperar ese después lleno de miradas frías, de miradas críticas que sólo encienden tu dolor. Ya está, comenzó el después. Te cortaste el pelo y le tenés miedo al que dirán. Pero que se le va a hacer…de la muerte, de los cuernos y del corte de pelo nadie se salva.
gmg

martes, 20 de julio de 2010

Caretas a la luz


El 20 de julio de 1969 un odontólogo rotario argentino que aparentemente no tenía ninguna muela que sacar y ningún tratamiento de conducto que realizar, se inspiro en la falsa llegada del hombre a la luna para mandar mil cartas a distintos países enviando un mensaje de paz y unión. A partir de ese día a algún empresario ventajero se le ocurrió utilizar ese hecho como excusa para celebrar la fecha donde la mayor cantidad de caretas salen a la luz: El Día del Amigo. Un día apropiado, por qué no, para analizar la evolución tecnológica de la sociedad a través de los años. Claro, porque pensá que hasta hace dos décadas la gente se preocupaba muchos días antes por preparar las cartas que iban a ser enviadas a sus amigos. Éstas se enviaban hasta como máximo un día antes de la gran fecha, con el fin de que el correo llegue a tiempo con el mensaje. Este medio era una gran excusa a la vez, ya que si uno no le quería mandar a alguien que no consideraba cien por ciento un amigo y después éste le reclamaba, uno se atajaba diciendo “¿qué? ¿No te llegó? Uy, estos del correo son unos pelotudos” y la relación de pseudaamistad seguía en pie. Actualmente, esta excusa ya no existe, el correo ya no es el medio elegido para enviar el mensaje de amistad. Ahora tenemos más opciones y menos excusas: Facebook, el celular (con sus smss y llamadas), los e-mails, Twitter, etc. Internet está en todos lados y ya no hay excusa para no estar diez minutos conectado y mandar un simple mensajito a esas personas que consideras que se lo merecen. Tal vez la única excusa posible, aunque muy pelotuda es “no tenia crédito”. Y no tener crédito también es un miedo, ya que los amigos que valen la pena que te mandan un sms se enojan y se ofenden si ven que no les respondes. Y se ofenden aún más si tu excusa a no haberles respondido es “no tenia crédito”, ya que quiere decir que ni te calentaste en gastar unos pocos pesos para mandar un mensajito. Nadie te pide un regalo groso, con un mensajito de reconocimiento basta, así que se ofenden con mucha mucha razón. Y después está el otro extremo: el que tiene demasiado crédito o mensajes gratis. El careta que se pide un pack de smss para mandarle a su bocha de amigos un mensaje. ¿Mensaje? ¿A eso le llamas un mensaje de amistad? ¿De reconocimiento de amistad? Si es así estás en el horno flaco/a. Una cadena que dice “Feliz Día del amigo/a..!!!” no es un mensaje de amistad. ¿Enserio pretendés que te responda eso? Ninguna cadena es un lindo mensaje de amistad. Un mensaje en este día tiene que ser personalizado, total a cuantos se los podés mandar. Porque a ver: creo que no hay más de quince amigos reales por persona. Y con quince estoy exagerando. El que le manda un mensaje de amistad o que dice “Feliz día” a alguien que vio tres veces en su vida es un careta. Ojo, quizás en tres días enteros encontrás a alguien con el que te conectas al toque y la química fluye hasta por las uñas de los pies, pero no es muy común que pase. Posta, ¿cómo alguien tiene cara para mandar un mensaje así el día del amigo? Por lo menos si es una cadena esforzate más. Y sabé que el que te conteste ese mensaje es un careta tanto como vos. No sé si estoy prejuzgando o algo, para mi es así. Así que por favor, no sean chotos: si en serio piensan en esa persona, si se ponen a analizar que esa persona sí vale la pena como amigo, no le manden un mensaje cadena y contéstenle los mensajes en serio, por algo se los mandan. Piensen antes de actuar, ya que existen amigos muy rencorosos. Y una no respuesta en este día, puede ocasionar una perdida de una persona grande, que vale la pena posta.
Así que, al fin y al cabo, el día del amigo está hecho para que la gente esté preparada para sacar los trapitos al sol y para que repiense con quién se anda juntando. Igualmente tranquilos, porque la gente lo piensa y se pone mal, pero, pasado este día, se sigue juntando con esa gente que no vale la pena y que no lo entiende. Ya que un solo día no sirve para cambiar nuestra autentica pelotudez, nuestras ganas de hacernos malasangre.
gmg

lunes, 5 de julio de 2010

Que no decaiga

Hoy en el tren todo era diferente. Las caras apagadas, las sonrisas muertas. Había peor clima que hace un mes. En la normalidad la mayoría de la gente viaja estilo zombie. No está ni feliz ni triste, simplemente está. Pero hace menos de un mes todo había cambiado. En el tren se lucían sonrisas esperanzadoras. En el subte a nadie le importaba que lo apoyen, sólo importaba ver en La Razón ("diario" gratuito que se distribuye en ese transporte) algún signo del mundial para sonreír. Desde una foto, hasta un color que remonte a la albiceleste o la palabra “Diego”, cualquier cosa bastaba para sonreír. Nada importaba. Quizás sin querer apoyabas a ese oficinista quejoso y en vez de cagarte a puteadas o tirarte un codazo, sabiendo que vos no tenías la culpa de esa situación (“flaco, no me puedo mover, ¿qué querés que haga?), respondía a tu pedido de perdón con un “No importa, no molesta. Es más apoyame que me recuerda a Messi cuando estaba marcado por tres griegos pegadísimos”. Era un mundo subterráneo sin peleas. Todos alegres, todos contentos. Y hoy fue diferente. Diferente a ese hermoso mundo utópico y diferente a otros días en épocas no mundialistas. Hoy tampoco hubo peleas, nadie tenía ganas. Insisto, todos eran una manada de zombies. Simplemente estaban ahí, como si alguien les hubiera arrancado el alma. Es que viste….otro deseo perdido, otra ilusión abajo, otro año más sin poder lograrlo…es durísimo. La verdad que es muy doloroso. Un sueño más que se cae. Un sueño más que nos quiebran y que permitimos que se quiebre. Un sueño más. Decí que, lamentablemente, ya estamos acostumbrados al fracaso. Digo lamentablemente porque no deberíamos, pero lo estamos. Y ese acostumbramiento hoy es positivo, porque ya sabemos como pararnos ante esta situación. Sabemos cómo mirar el dolor y como asimilarlo. Aunque nos lleve unos días, lo sabemos hacer. Está bien, sé que no era un sueño más, la verdad que no. Éste era El Sueño. El gran deseo. El único capaz de guardar bajo la alfombra nuestras diferencias como país. El único capaz de lograr abrazos entre barras de Boca y de River. El único capaz de hacer que Kirchner sonría frente a una tapa de Clarín. El único. Es así, sólo una copa mundial de fútbol puede lograr esto en un país netamente futbolero. Si viene un genio y pregunta a cada ciudadano “¿Qué deseas un presidente honesto y laborioso o que tu selección gane el mundial de la FIFA?”, es obvio que más de ¾ de la población elige ganar la copa. Y…es que también el argentino no es ningún boludo, es conciente que el genio cumple deseos y no que hace milagros. Y estoy abierto a que cualquiera diga “Paraaa, estás exagerando”, ya que sinceramente creo que no lo estoy haciendo. Sepan que estoy segurísimo que es así. Antes no lo podía ver, no pensaba a gran escala. Pero ahora que veo millones de personas diferentes todos los días, lo veo. Hoy todos estaban tristes y los que no estaban así estaban enojados. Pero bue, eso también era esperable. Ésto es como cortar una relación. Están las dos variantes: o estás triste por lo que terminó o estas re caliente con la otra persona (“del amor al odio hay un solo paso”). Esas son las dos personalidades claves, aunque pueden existir otras (ojala que así lo sea). Y normalmente el enojado es un panqueque, un veleta, pero no quiero meterme en ese tema, por lo menos por hoy. Por el momento sólo quiero tratar de encontrar la forma de levantar el ánimo. El mínimo cambio en el semblante de alguna me alegraría. ¡¡¡Vamos loco!!! ¡Vamos que se puede!. Por lo menos volvamos a pelearnos, no sé, pero volvamos a algo. Vamos, recuerden otros tiempos. Recuerden cómo se levantaron después del mundial pasado. Arriba que no falta mucho para ilusionarnos nuevamente, total ¿qué son tres años y once meses en estos tiempos? Nada. Vamos que ya dentro de poco tenemos un gran paso a la vuelta de la esquina. Ya, ya el año que viene llega la Copa América y se juega acá en Argentina, así que arriba. Hay que levantarse y seguir. Seguir con las banderas, los gorritos, no hay que guardarlos. Que no se vaya ese patriotismo tan lindo que se generó. Vamos arriba, dale, miremos el lado positivo: en una semana se acaban las vuvuzelas. En una semana se acaban los noticieros que se ríen de un negro que no sabe decir ni “pa” en castellano. EN UNA SEMANA SE ACABA EL WAKA WAKA. Si no te ponés feliz con eso agradéceselo a tu sordera. Siii, se acaba el Waka Waka. Y pensemos en más cosas buenas: nuestro buen vecino sigue adelante (¡Hinchemos por la celeste, carajo!), Maradona no se va a poner en pelotas. Era una linda promesa, pero imagínense al Diego desnudo, ¿les gustaría verlo? Sumale que encima le faltaría algo fundamental. Sería El Diego corriendo en bolas sin su miembro, ya que en este caso Toti Pasman la tendría tan adentro que ya se hubiese perdido. Aaah, eso también, ya no vamos a ver a Pasman caminando encorvado y con cara de sufrimiento. Y no, si ya se la sacó. Fija que cuando los alemanes festejaban tirando papelitos y gritos al cielo, Toti aprovechó la volteada y tiró el miembro del Diez por el aire, o quizás lo guardó en una cajita para después dárselo a algún león africano o venderlo en Mercado Libre o en eBay. Nooo, hay muchas cosas positivas, sólo hay que buscar, así que animo. Que no decaiga. A levantarse, a sonreír, a agitar, a gritar, a putear. Vamos que la vida sigue y hay que seguir con todo y con esperanza, porque no se olviden que, en algún momento: “Los quintos serán los primeros”.
gmg

martes, 29 de junio de 2010

Ese Granhampa


Pronto comienza julio. Un mes extraordinario para muchos y muy estresante para otros. Mes dividido entre finales y vacaciones. Entre sonrisas y llantos. Entre presiones y libertad. Comienza julio y éste se trae un sin fin de viejos chistes nacionales, de viejas leyendas urbanas acrecentadas por la euforia juvenil. Euforia originada por esas sectas de farsantes estafadores y por comentarios exagerados de gente que no quiso quedarse atrás. Euforia originada por sectas que tienen a un hombre en común, que no es ni más ni menos que el famoso Omsirut Litnaidutse. Aaaayy…Omsirut…Omsirut…¿qué puedo decir de él? La verdad que no mucho. Él es sólo un “granhampa” escondido en las sombras que genera miles y miles de ingresos con todos sus secuaces alrededor de todo el país. El señor O. es capaz de dirigir a millones de jóvenes y conducirlos lejos de sus hogares para que, durante unos días, ellos vivan esta leyenda urbana utópica difícil de dejar atrás. Una experiencia de vida real bastante irreal en la que, jugando con los sueños, se lleva a un máximo de hipnotización del cual es complicado salir. Y luego de esa experiencia, ahí están los más chicos preguntando: ¿Cómo es? ¿Qué es? ¿Qué se siente? Y al escuchar todas las críticas de tus pares no podés ser menos y tenés que segur la corriente y exagerarle los hechos a esas futuras victimas que dentro de unos meses comenzarán la travesía. Lamentablemente es así. Hay que seguir la corriente para automentirse y autoconformarse con el hecho de que a uno lo cagaron. De que fue ilusionado por una parva de estafadores y viejas victimas que en su tiempo también se automintieron para pasar por alto la estafa. Y luego que cae la ficha, cuando se sale de esa hipnotización, comienza la división de grupos dentro de esos millones de jóvenes preparados para afrontar la realidad nuevamente. Ahí comienza la división. Algunos pasan a ser victimas enfadadas que luchan apoyandose en un discurso resentido contra esas sectas. Otros que reconocen la estafa y el engaño, pero la verdad que se animan y van orgullosos del “me equivoqué y pagué, pero igual la pase joya”. Y otros pocos que frente a ese acto de falsedad deciden sumarse para ser parte de la nueva camada de secuaces de Omsirut Litnaidutse. Yo tengo dos amigos que eligieron ese camino y conozco otros que en algún momento lo siguieron. En mi caso soy de los que va orgulloso con el “me equivoqué y pagué, pero igual la pase joya”, ya que posta la pase bien. Y aunque se me hayan roto varias de las expectativas e ilusiones que tenía para con esa travesía, supe aprovecharla y la disfruté. Lo importante es saber que te están cagando. Afrontarlo y a partir de ahí encontrar la manera de pasarla genial. No importa si es “un rock viajero” o “un gran sueño” o “un viaje de nieve”, todos te cagan. Pero bueno, hay que buscar la forma de no sufrir por la estafa y pasarla bien. Y volver…y exagerar…y venderle la estafa a otra futura victima. Claro, porque al seguir contando esa utópica leyenda urbana de extrema felicidad, nosotros terminamos siento todos cómplices. Todos secuaces ad honorem de Omsirut Litnaidutse.
gmg
P.D: para mayor comprensión, leer al revés el nombre de este “granhampa”.

martes, 22 de junio de 2010

My little wild one


¿El tiempo? ¿Fue el tiempo el que nos separó? ¿Fue ese tirano que trota y trota sin dar aviso? ¿Ese huésped que camina en cámara lenta cuando más ansioso estás y que corre desenfrenado cuando estás al borde del colapso? No sé, la verdad no sé si puedo simplemente culparlo a él. Lo que sé, lo único que sé…es que te extraño. Extraño tus idas y vueltas, tu inseguridad. Extraño tus ojos ciegos que hacían preocupar hasta al más valiente. Extraño tomarte de las manos para que me lleves a esos lugares que sólo vos haces únicos. Dios, como extraño esos paseos. Extraño nuestras charlas, tal vez simples monólogos míos en los que acostumbrabas mirar al vacío, sin ninguna respuesta que dar. Extraño ese sonido raro que tenés como tic. Ese sonido que sólo vos haces y que en ninguna otra volví a escuchar. Ay, si supieras lo que te extraño. Extraño tus silencios, tus olores, tu informal elegancia, todo. Extraño tus quiebres, tus parates. Uf…tus quiebres. Como me hacías putear. Como me hacías putearte. Me desesperabas. Eras capas de hacerme cruzar del amor al odio en un segundo. Peor aún así, extraño esos momentos. Es que sí, que querés que te diga, eran ellos los que nos hacían sentir vivos. Y son esos momentos los que me hacen maldecir al tiempo. Son esos momentos los que me hacen maldecirme. Sí, porque soy yo. Yo soy el culpable. Mis deseos, mis aspiraciones, mi utopía de futuro, eso es lo que nos separó y lo que te terminó convirtiendo en lo que ahora sos. Yo te encasillé al rol de “amante” en mi rutina. A ser sólo un escape de placer dentro de una realidad que muchas veces me supera. Y así y todo, vos me esperás y me esperás. My little wild one, vos me esperás. Yo te cambio por responsabilidades, por amigos, por peleas, por escándalos…y vos me esperás. A mi, que malgasto minutos y minutos en trenes, subtes, colectivos y otros transportes que me privan de tu ser. Yo te uso y vos me esperás. Y mientras yo trato de rodearme de seres que me hacen bien, vos te estancás con seres asquerosos sólo por esperarme. ¡Perdón y gracias! Perdón por condenarte a esta vida. Y gracias por quedarte, por darme esa tranquilidad de saber que siempre estás ahí. A veces tengo que remarte, se hace difícil volver a agarrarte el ritmo, pero se puede y eso es lo mejor. Sólo gracias y perdón. Y te prometo que muy pronto volveré a tus brazos. Muy pronto volveré a montarte amada bicicleta.
gmg
P.D: “Little wild one” es una canción de The Wonders que habla de una amante. Acá les dejo un link de la letra con una traducción horrible, pero es la única que encontré: