jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Quién fue?

¿Quién fue? ¿Quién fue el que un día se levantó y dijo “vamos a agregar más placer”? ¿Quién fue el que dijo “nooo, probemos hacerlo de ésta forma y ver que pasa”? El que un día oficializó eso que algunos ya hacían, pero que tildaban como algo propio, y que muchos veían como una chanchada, ¿Quién? Porque claro, antes era algo tradicional: el masculino abajo, la femenina arriba y dale que va. Ahora es inconcebible, para la gran mayoría, imaginar ese lindo acto sin ese agregado. Ya ni te acordás cómo era antes. Y bue, como iba diciendo: antes era lo tradicional, vuelvo a insistir, el masculino abajo, la femenina arriba y quizás algún agregado de color. Alguna esencia que dé otro toque o una mezcla de esencias. Después vinieron otros agregados, también para chanchitos, que constaban en untar, no sé, ponele, algún lácteo, algo cremoso o un poquito de crema. Además, se buscaban otros sitios donde hacerlo, nuevas formas y posiciones, todo un mundo de posibilidades. Distintas formas de buscar algo diferente, para variar un poco. El fin: más placer. Y se sostiene la idea que para generar más placer, hay que agregar “más”. Ejemplos: cuanto más tardás, más placer, cuanto más grande es, más placer, cuanto más chiches haya en ese juego de sentimientos, sabores y aromas, más placer. Cuanto más caliente está, más placer. Todo más, más, más y más. Ojo, más placer también acarrea más precaución, más cuidado (no sean boludos, cuidenseee). Hay que cuidarse antes del acto, durante el acto y después. La idea es agregar cada vez más elementos sin que importe el costo. Y a alguien se le ocurrió, creo yo, el agregado definitivo: más placer, imposible. ¿Algún día sabremos quién fue el genio que lo oficializó y masifico, haciendo que todos tengamos al alcance ese saber que genera tantas sensaciones? ¿Algún día conoceremos al que agrego un elemento más a la receta del placer? ¿Algún día sabremos quién fue el grande de grandes que al pan con la salchicha y aderezos (a gusto) le agregó la “lluvia de papas”?
gmg

jueves, 19 de agosto de 2010

Otra de las que nadie se salva

Te decidiste. Te decidiste y estás seguro de hacerlo. Claro, es que pensás que esta situación no da para más, que es inmanejable. Gastás miles y miles de minutos tratando de arreglarlo, de maniobrarlo, pero es incontrolable. Ya algunos de tus amigos te lo advertían, tu misma familia te decía “mira, fijate…así no podés seguir”. Y vos quizás no les das bola porque crees que todavía hay chance, que todavía hay una posibilidad de arreglarlo por tu cuenta, sin recurrir a una ayuda profesional. Va…lo que pasa, en realidad, es que más que esperanza de poder seguir así, lo que tenés es miedo de lo que viene después de esa gran decisión. Más que de sueños de esperanza, tu cabeza se llena de dudas y de inseguridades que también son difíciles de controlar. Pero, a pesar de todo, después de un tiempo, evaluás y te decidís. Decidís y, a partir de ahí, comenzás a proyectar: te informás de todos los profesionales de tu zona que pueden ayudarte, los analizás para ver si hay alguno que pueda ayudarte mejor que otro y ahí ves que hacés, si cambiás y vas con uno que conoces por comentarios o si vas con uno que ya te ayudó anteriormente. Después, dependiendo del profesional, programás una cita o caes de sopetón y esperás hasta que pueda atenderte…y que sea lo que dios quiera.
Llega el día del gran acto y, desde que te levantás, empezás a carcomerte la cabeza con pensamientos negativos y con esas dudas que no te dejan vivir. Todo el tiempo pensando en el después, en lo que vendrá. Y ahí quizás comenzás a arrepentirte, pero ya es tarde, no te podés echar atrás, ya está, pensá que de ésta nadie salva y que algún día tenía que ocurrir. Pero no, no podés parar de pensar en lo que viene, en lo que pensarán los demás después de que lo hagas. No podés parar de pensar, incluso hasta que llega la hora. Hasta que llega ese momento en el que comenzás a avanzar hacia el final, hacia el cambio, insisto, hacia la brecha que divide el antes y el después.
¿Qué te hará? ¿Cómo lo hará? Te maquinás con una sarta de preguntas que sólo te ponen más nervioso y que te hacen olvidar que más que preguntas, vos tenés que elaborar respuestas para proponérselas y que el que te atienda pueda llevar a cabo tus órdenes. Pero es tarde, cuando te acordás de esto ya estás en la puerta del lugar. En la puerta, apunto de saludar a tu asesino a sueldo. Entrás y lo saludás con una sonrisa nerviosa, mientras pensás “¿qué hago acá? Mejor me voy”, pero te quedás. Te sentás y empezás a mirar para todos lados, admirando con terror el paisaje de tortura, lleno de armas blancas y de gritos chusmas que no paran de perturbarte. “Estás jugado”, te llegó la hora.
Nervios, nervios, nervios y más nervios. Te seguís maquinando mientras los pedazos caen al vacío. Pobre…quizás vos no lo querías hacer sufrir tanto, pero él te obligó. Te gano la impotencia. Vos ya no podías hacer nada, necesitabas que alguien actúe y tomaste esa decisión. Así es, fue tu decisión y tenés que empezar a hacerte cargo de ella, a asumirla. Ya te condenaste a esperar la condena. A esperar ese después lleno de miradas frías, de miradas críticas que sólo encienden tu dolor. Ya está, comenzó el después. Te cortaste el pelo y le tenés miedo al que dirán. Pero que se le va a hacer…de la muerte, de los cuernos y del corte de pelo nadie se salva.
gmg

martes, 20 de julio de 2010

Caretas a la luz


El 20 de julio de 1969 un odontólogo rotario argentino que aparentemente no tenía ninguna muela que sacar y ningún tratamiento de conducto que realizar, se inspiro en la falsa llegada del hombre a la luna para mandar mil cartas a distintos países enviando un mensaje de paz y unión. A partir de ese día a algún empresario ventajero se le ocurrió utilizar ese hecho como excusa para celebrar la fecha donde la mayor cantidad de caretas salen a la luz: El Día del Amigo. Un día apropiado, por qué no, para analizar la evolución tecnológica de la sociedad a través de los años. Claro, porque pensá que hasta hace dos décadas la gente se preocupaba muchos días antes por preparar las cartas que iban a ser enviadas a sus amigos. Éstas se enviaban hasta como máximo un día antes de la gran fecha, con el fin de que el correo llegue a tiempo con el mensaje. Este medio era una gran excusa a la vez, ya que si uno no le quería mandar a alguien que no consideraba cien por ciento un amigo y después éste le reclamaba, uno se atajaba diciendo “¿qué? ¿No te llegó? Uy, estos del correo son unos pelotudos” y la relación de pseudaamistad seguía en pie. Actualmente, esta excusa ya no existe, el correo ya no es el medio elegido para enviar el mensaje de amistad. Ahora tenemos más opciones y menos excusas: Facebook, el celular (con sus smss y llamadas), los e-mails, Twitter, etc. Internet está en todos lados y ya no hay excusa para no estar diez minutos conectado y mandar un simple mensajito a esas personas que consideras que se lo merecen. Tal vez la única excusa posible, aunque muy pelotuda es “no tenia crédito”. Y no tener crédito también es un miedo, ya que los amigos que valen la pena que te mandan un sms se enojan y se ofenden si ven que no les respondes. Y se ofenden aún más si tu excusa a no haberles respondido es “no tenia crédito”, ya que quiere decir que ni te calentaste en gastar unos pocos pesos para mandar un mensajito. Nadie te pide un regalo groso, con un mensajito de reconocimiento basta, así que se ofenden con mucha mucha razón. Y después está el otro extremo: el que tiene demasiado crédito o mensajes gratis. El careta que se pide un pack de smss para mandarle a su bocha de amigos un mensaje. ¿Mensaje? ¿A eso le llamas un mensaje de amistad? ¿De reconocimiento de amistad? Si es así estás en el horno flaco/a. Una cadena que dice “Feliz Día del amigo/a..!!!” no es un mensaje de amistad. ¿Enserio pretendés que te responda eso? Ninguna cadena es un lindo mensaje de amistad. Un mensaje en este día tiene que ser personalizado, total a cuantos se los podés mandar. Porque a ver: creo que no hay más de quince amigos reales por persona. Y con quince estoy exagerando. El que le manda un mensaje de amistad o que dice “Feliz día” a alguien que vio tres veces en su vida es un careta. Ojo, quizás en tres días enteros encontrás a alguien con el que te conectas al toque y la química fluye hasta por las uñas de los pies, pero no es muy común que pase. Posta, ¿cómo alguien tiene cara para mandar un mensaje así el día del amigo? Por lo menos si es una cadena esforzate más. Y sabé que el que te conteste ese mensaje es un careta tanto como vos. No sé si estoy prejuzgando o algo, para mi es así. Así que por favor, no sean chotos: si en serio piensan en esa persona, si se ponen a analizar que esa persona sí vale la pena como amigo, no le manden un mensaje cadena y contéstenle los mensajes en serio, por algo se los mandan. Piensen antes de actuar, ya que existen amigos muy rencorosos. Y una no respuesta en este día, puede ocasionar una perdida de una persona grande, que vale la pena posta.
Así que, al fin y al cabo, el día del amigo está hecho para que la gente esté preparada para sacar los trapitos al sol y para que repiense con quién se anda juntando. Igualmente tranquilos, porque la gente lo piensa y se pone mal, pero, pasado este día, se sigue juntando con esa gente que no vale la pena y que no lo entiende. Ya que un solo día no sirve para cambiar nuestra autentica pelotudez, nuestras ganas de hacernos malasangre.
gmg

lunes, 5 de julio de 2010

Que no decaiga

Hoy en el tren todo era diferente. Las caras apagadas, las sonrisas muertas. Había peor clima que hace un mes. En la normalidad la mayoría de la gente viaja estilo zombie. No está ni feliz ni triste, simplemente está. Pero hace menos de un mes todo había cambiado. En el tren se lucían sonrisas esperanzadoras. En el subte a nadie le importaba que lo apoyen, sólo importaba ver en La Razón ("diario" gratuito que se distribuye en ese transporte) algún signo del mundial para sonreír. Desde una foto, hasta un color que remonte a la albiceleste o la palabra “Diego”, cualquier cosa bastaba para sonreír. Nada importaba. Quizás sin querer apoyabas a ese oficinista quejoso y en vez de cagarte a puteadas o tirarte un codazo, sabiendo que vos no tenías la culpa de esa situación (“flaco, no me puedo mover, ¿qué querés que haga?), respondía a tu pedido de perdón con un “No importa, no molesta. Es más apoyame que me recuerda a Messi cuando estaba marcado por tres griegos pegadísimos”. Era un mundo subterráneo sin peleas. Todos alegres, todos contentos. Y hoy fue diferente. Diferente a ese hermoso mundo utópico y diferente a otros días en épocas no mundialistas. Hoy tampoco hubo peleas, nadie tenía ganas. Insisto, todos eran una manada de zombies. Simplemente estaban ahí, como si alguien les hubiera arrancado el alma. Es que viste….otro deseo perdido, otra ilusión abajo, otro año más sin poder lograrlo…es durísimo. La verdad que es muy doloroso. Un sueño más que se cae. Un sueño más que nos quiebran y que permitimos que se quiebre. Un sueño más. Decí que, lamentablemente, ya estamos acostumbrados al fracaso. Digo lamentablemente porque no deberíamos, pero lo estamos. Y ese acostumbramiento hoy es positivo, porque ya sabemos como pararnos ante esta situación. Sabemos cómo mirar el dolor y como asimilarlo. Aunque nos lleve unos días, lo sabemos hacer. Está bien, sé que no era un sueño más, la verdad que no. Éste era El Sueño. El gran deseo. El único capaz de guardar bajo la alfombra nuestras diferencias como país. El único capaz de lograr abrazos entre barras de Boca y de River. El único capaz de hacer que Kirchner sonría frente a una tapa de Clarín. El único. Es así, sólo una copa mundial de fútbol puede lograr esto en un país netamente futbolero. Si viene un genio y pregunta a cada ciudadano “¿Qué deseas un presidente honesto y laborioso o que tu selección gane el mundial de la FIFA?”, es obvio que más de ¾ de la población elige ganar la copa. Y…es que también el argentino no es ningún boludo, es conciente que el genio cumple deseos y no que hace milagros. Y estoy abierto a que cualquiera diga “Paraaa, estás exagerando”, ya que sinceramente creo que no lo estoy haciendo. Sepan que estoy segurísimo que es así. Antes no lo podía ver, no pensaba a gran escala. Pero ahora que veo millones de personas diferentes todos los días, lo veo. Hoy todos estaban tristes y los que no estaban así estaban enojados. Pero bue, eso también era esperable. Ésto es como cortar una relación. Están las dos variantes: o estás triste por lo que terminó o estas re caliente con la otra persona (“del amor al odio hay un solo paso”). Esas son las dos personalidades claves, aunque pueden existir otras (ojala que así lo sea). Y normalmente el enojado es un panqueque, un veleta, pero no quiero meterme en ese tema, por lo menos por hoy. Por el momento sólo quiero tratar de encontrar la forma de levantar el ánimo. El mínimo cambio en el semblante de alguna me alegraría. ¡¡¡Vamos loco!!! ¡Vamos que se puede!. Por lo menos volvamos a pelearnos, no sé, pero volvamos a algo. Vamos, recuerden otros tiempos. Recuerden cómo se levantaron después del mundial pasado. Arriba que no falta mucho para ilusionarnos nuevamente, total ¿qué son tres años y once meses en estos tiempos? Nada. Vamos que ya dentro de poco tenemos un gran paso a la vuelta de la esquina. Ya, ya el año que viene llega la Copa América y se juega acá en Argentina, así que arriba. Hay que levantarse y seguir. Seguir con las banderas, los gorritos, no hay que guardarlos. Que no se vaya ese patriotismo tan lindo que se generó. Vamos arriba, dale, miremos el lado positivo: en una semana se acaban las vuvuzelas. En una semana se acaban los noticieros que se ríen de un negro que no sabe decir ni “pa” en castellano. EN UNA SEMANA SE ACABA EL WAKA WAKA. Si no te ponés feliz con eso agradéceselo a tu sordera. Siii, se acaba el Waka Waka. Y pensemos en más cosas buenas: nuestro buen vecino sigue adelante (¡Hinchemos por la celeste, carajo!), Maradona no se va a poner en pelotas. Era una linda promesa, pero imagínense al Diego desnudo, ¿les gustaría verlo? Sumale que encima le faltaría algo fundamental. Sería El Diego corriendo en bolas sin su miembro, ya que en este caso Toti Pasman la tendría tan adentro que ya se hubiese perdido. Aaah, eso también, ya no vamos a ver a Pasman caminando encorvado y con cara de sufrimiento. Y no, si ya se la sacó. Fija que cuando los alemanes festejaban tirando papelitos y gritos al cielo, Toti aprovechó la volteada y tiró el miembro del Diez por el aire, o quizás lo guardó en una cajita para después dárselo a algún león africano o venderlo en Mercado Libre o en eBay. Nooo, hay muchas cosas positivas, sólo hay que buscar, así que animo. Que no decaiga. A levantarse, a sonreír, a agitar, a gritar, a putear. Vamos que la vida sigue y hay que seguir con todo y con esperanza, porque no se olviden que, en algún momento: “Los quintos serán los primeros”.
gmg

martes, 29 de junio de 2010

Ese Granhampa


Pronto comienza julio. Un mes extraordinario para muchos y muy estresante para otros. Mes dividido entre finales y vacaciones. Entre sonrisas y llantos. Entre presiones y libertad. Comienza julio y éste se trae un sin fin de viejos chistes nacionales, de viejas leyendas urbanas acrecentadas por la euforia juvenil. Euforia originada por esas sectas de farsantes estafadores y por comentarios exagerados de gente que no quiso quedarse atrás. Euforia originada por sectas que tienen a un hombre en común, que no es ni más ni menos que el famoso Omsirut Litnaidutse. Aaaayy…Omsirut…Omsirut…¿qué puedo decir de él? La verdad que no mucho. Él es sólo un “granhampa” escondido en las sombras que genera miles y miles de ingresos con todos sus secuaces alrededor de todo el país. El señor O. es capaz de dirigir a millones de jóvenes y conducirlos lejos de sus hogares para que, durante unos días, ellos vivan esta leyenda urbana utópica difícil de dejar atrás. Una experiencia de vida real bastante irreal en la que, jugando con los sueños, se lleva a un máximo de hipnotización del cual es complicado salir. Y luego de esa experiencia, ahí están los más chicos preguntando: ¿Cómo es? ¿Qué es? ¿Qué se siente? Y al escuchar todas las críticas de tus pares no podés ser menos y tenés que segur la corriente y exagerarle los hechos a esas futuras victimas que dentro de unos meses comenzarán la travesía. Lamentablemente es así. Hay que seguir la corriente para automentirse y autoconformarse con el hecho de que a uno lo cagaron. De que fue ilusionado por una parva de estafadores y viejas victimas que en su tiempo también se automintieron para pasar por alto la estafa. Y luego que cae la ficha, cuando se sale de esa hipnotización, comienza la división de grupos dentro de esos millones de jóvenes preparados para afrontar la realidad nuevamente. Ahí comienza la división. Algunos pasan a ser victimas enfadadas que luchan apoyandose en un discurso resentido contra esas sectas. Otros que reconocen la estafa y el engaño, pero la verdad que se animan y van orgullosos del “me equivoqué y pagué, pero igual la pase joya”. Y otros pocos que frente a ese acto de falsedad deciden sumarse para ser parte de la nueva camada de secuaces de Omsirut Litnaidutse. Yo tengo dos amigos que eligieron ese camino y conozco otros que en algún momento lo siguieron. En mi caso soy de los que va orgulloso con el “me equivoqué y pagué, pero igual la pase joya”, ya que posta la pase bien. Y aunque se me hayan roto varias de las expectativas e ilusiones que tenía para con esa travesía, supe aprovecharla y la disfruté. Lo importante es saber que te están cagando. Afrontarlo y a partir de ahí encontrar la manera de pasarla genial. No importa si es “un rock viajero” o “un gran sueño” o “un viaje de nieve”, todos te cagan. Pero bueno, hay que buscar la forma de no sufrir por la estafa y pasarla bien. Y volver…y exagerar…y venderle la estafa a otra futura victima. Claro, porque al seguir contando esa utópica leyenda urbana de extrema felicidad, nosotros terminamos siento todos cómplices. Todos secuaces ad honorem de Omsirut Litnaidutse.
gmg
P.D: para mayor comprensión, leer al revés el nombre de este “granhampa”.

martes, 22 de junio de 2010

My little wild one


¿El tiempo? ¿Fue el tiempo el que nos separó? ¿Fue ese tirano que trota y trota sin dar aviso? ¿Ese huésped que camina en cámara lenta cuando más ansioso estás y que corre desenfrenado cuando estás al borde del colapso? No sé, la verdad no sé si puedo simplemente culparlo a él. Lo que sé, lo único que sé…es que te extraño. Extraño tus idas y vueltas, tu inseguridad. Extraño tus ojos ciegos que hacían preocupar hasta al más valiente. Extraño tomarte de las manos para que me lleves a esos lugares que sólo vos haces únicos. Dios, como extraño esos paseos. Extraño nuestras charlas, tal vez simples monólogos míos en los que acostumbrabas mirar al vacío, sin ninguna respuesta que dar. Extraño ese sonido raro que tenés como tic. Ese sonido que sólo vos haces y que en ninguna otra volví a escuchar. Ay, si supieras lo que te extraño. Extraño tus silencios, tus olores, tu informal elegancia, todo. Extraño tus quiebres, tus parates. Uf…tus quiebres. Como me hacías putear. Como me hacías putearte. Me desesperabas. Eras capas de hacerme cruzar del amor al odio en un segundo. Peor aún así, extraño esos momentos. Es que sí, que querés que te diga, eran ellos los que nos hacían sentir vivos. Y son esos momentos los que me hacen maldecir al tiempo. Son esos momentos los que me hacen maldecirme. Sí, porque soy yo. Yo soy el culpable. Mis deseos, mis aspiraciones, mi utopía de futuro, eso es lo que nos separó y lo que te terminó convirtiendo en lo que ahora sos. Yo te encasillé al rol de “amante” en mi rutina. A ser sólo un escape de placer dentro de una realidad que muchas veces me supera. Y así y todo, vos me esperás y me esperás. My little wild one, vos me esperás. Yo te cambio por responsabilidades, por amigos, por peleas, por escándalos…y vos me esperás. A mi, que malgasto minutos y minutos en trenes, subtes, colectivos y otros transportes que me privan de tu ser. Yo te uso y vos me esperás. Y mientras yo trato de rodearme de seres que me hacen bien, vos te estancás con seres asquerosos sólo por esperarme. ¡Perdón y gracias! Perdón por condenarte a esta vida. Y gracias por quedarte, por darme esa tranquilidad de saber que siempre estás ahí. A veces tengo que remarte, se hace difícil volver a agarrarte el ritmo, pero se puede y eso es lo mejor. Sólo gracias y perdón. Y te prometo que muy pronto volveré a tus brazos. Muy pronto volveré a montarte amada bicicleta.
gmg
P.D: “Little wild one” es una canción de The Wonders que habla de una amante. Acá les dejo un link de la letra con una traducción horrible, pero es la única que encontré:

jueves, 17 de junio de 2010

El que odia lo que ama


Muchos pueden decir “es sólo un partido”. Y sí, es sólo un partido. Pero…¿nos pueden culpar a los que nos conformamos con poco? Sí, es sólo un partido el que hizo que tenga una sonrisa de oreja a oreja durante todo el día y que la siga teniendo. Es sólo un partido el que hizo posible que a las diez y media de la mañana haya varios asientos libres en el tren Sarmiento hasta la estación Padua. Es sólo un partido el capaz de opacar las malas vibras de ese maldito profesor que te puso una entrega de trabajos justo el día de hoy. Es sólo un partido el que por un momento te hace olvidar tu carácter de desocupado u ocupado en malos términos. Sólo un partido. Y yo te estoy hablando desde una postura de alguien casi neutral. De alguien que le gusta el fútbol, pero que no vive enfermo por él, tal vez por no haber tenido un gran acceso a los partidos cuando era chiquito (nunca tuve cable) y que, salvo por “Fútbol de Primera”, tenía que recurrir a programas futbolísticos pelotudos como alguno de Fantino. Y si yo estoy así, no me quiero imaginar como estarán esos verdaderos locos del fútbol. Esos que se jactan de amar al deporte más que a sus viejas. Aunque pensándolo bien, no creo que estén tan contentos. No. Cómo van a estar tan emocionados esos engreídos que se calientan y que, contrariamente, no disfrutan de toda la “fanfarria del mundial”, de todo lo que implica este campeonato. Porque sí, lo sienten, pero creo que el mundial lo disfruta más alguien “común” que alguien “enfermo del fútbol”. Alguien que no se concentra en criticar a los jugadores y decir “ahí le tendría que haber pegado como en el sexto partido que jugó en la Eurocopa en el minuto 53’”, sino alguien que disfruta de la fiesta, de las estúpidas notas de color que hacen los periodistas enviados a Sudáfrica que no tienen otra cosa que hacer más que pelotudear. Alguien que está mirando un partido y dice “mirá como la mueve ese chiquito de Ghana” y no ese otro, enfermo del fútbol, que lo mira mal y le contesta “¿Qué hablas? Qué la va a mover, si ese Anthony Annan se manda cada cagada en el Rosenborg. Ni sé cómo llegó al mundial”. No, lamentablemente ese que contesta así no lo disfruta tanto. Si hasta uno se queda pensando “bueno loco, paraaa. Si ahora está jugando bien, dejalo vivir”. Sí, definitivamente pienso que un no tan enfermo del fútbol (llamémosle “futbolero”) disfruta más de la época mundialista que ese adicto al balompié (llamémosle “futboloso”). Claro, porque el futboloso es como ese bailarín profesional de cumbia y cuarteto que va a bailar a un boliche y le molesta ver cómo los demás hacen cualquier cosa con sus pies y la pasan bien, e incluso la rompen. ¡Flaco, ¿Qué te jode?! Viniste a un boliche no a una competencia nacional de baile o a un ensayo de “Bailando por un sueño”. Fijate dónde estás parado antes de criticar. Y el futboloso es así. Hasta se pone celoso de que a vos se te genere la misma alegría que a él. Él piensa que tiene más derecho. El futboloso es aquel que, por ejemplo, estuvo puteando todo el entretiempo de Argentina – Corea del Sur a Demichelis, a la vieja y a Evangelina Anderson por ese error de último minuto que causo el gol de Corea. Es aquel que cuando terminó el partido, en vez de estar feliz por el triunfo de Argentina, salió a la calle a gritar “Muerte a Demichelis”. En cambio el futbolero se puso mal, se le apagó un poco la sonrisa cuando el defensor argentino se durmió y lo hicieron cartera en esa última jugada. Pero siguió feliz, sabiendo que fue un error y que seguro no se va a volver a cometer. El futbolero está feliz. Está contento esperando que llegue el martes para alentar a su selección nuevamente. Yo me siento un futbolero y sé que por eso muchos futbolosos me tratan de ignorante. Pero no me importa. Yo estoy feliz…y doblemente orgulloso. Porque ganó Argentina y porque gracias a su gran actuación, hoy el goleador del mundial es “El Pipita”.
gmg

lunes, 14 de junio de 2010

Enemiga urbana

Situación.
Te levantaste al cien por ciento antes de que suene el despertador. Te levantaste muy temprano, pero con una tranquilidad, como si fuera ese domingo de lluvia, libre de preocupaciones y estrés. Te diste una ducha perfecta y saliste del baño con una “sonrisa colgate” tarareando esa canción que te recuerda a la época más feliz de tu vida. Vas a la cocina y recordás que por alguna razón tenés dos porciones de torta de cumpleaños de la fiesta a la que ayer concurriste. Te cambias y, después de ese desayuno de campeón, salís al mundo, representado por un cielo resentido por la lluvia de ayer que a cada minuto mejora. Caminás, dando pequeños saltos, y hasta se te da por rememorar tu infancia, intercalando pisadas entre las baldosas de la vereda húmeda. Llegás a tu transporte público que, por vaya a saber uno que milagro, está funcionando excelente.
En medio del viaje, un niñito comienza a llorar desenfrenadamente, mientras su madre lo mira mal y empieza a retarlo sin razón, lo que hace que el niño llore con más fuerza. Al instante, y casi naturalmente, instintivamente, sacás un caramelo masticable de tu bolsillo, mochila, morral, cartera o cualquier otro objeto que uses para guardar tus cosas. Normalmente, en estos casos, solés mirar para arriba y putear en silencio, o sos la desubicada/o que grita “calle al pendejo/a señora”. Pero hoy no. Hoy se te dio por sacar un caramelo. Acercás tu mano hacia el nene y le das esa golosina que para él es el tesoro más preciado. Al principio, te mira con desconfianza, pero, después, lo agarra y te pone una cara de felicidad y de afecto, como la cara de un enamorado a primera vista. Lanza una mirada desafiante a su madre y, luego, continúa admirándote el resto del viaje. Callaste al nene: sos la/el superhéroe del vagón.
Llegás a tu lugar de trabajo o a tu lugar de estudio y tenés un día tranquilo y despejado de toda irritación. Es más, tu jefe te llama a su oficina para hablarte de tu desempeño y de un futuro aumento de sueldo. O en el otro caso, el profesor de esa materia difícil, pero clave en tu carrera, te entrega la nota de ese parcial en el que creías que te había ido pésimo y te sorprendés ante un gran ocho que te hace promocionar la materia o ir a coloquio (depende la universidad).
Salís increíblemente orgullosa/o de vos mismo, con el autoestima por las nubes, capaz de hacer todo posible.
Comienza tu viaje de vuelta y es perfecto: el servicio funciona a tiempo y hasta viajaste sentado/a. Estás medio refriado/a, pero eso es recontra positivo, ya que no podés sentir tanto los olores corporales de la gente que vuelve de un largo día. Así que todo bien.
Llegaste a destino. A esa ciudad que te ve levantarte cada mañana y con lo único que la podés recompensar es con una sonrisa. Y le sonreís. “Gracias por este hermoso día”. Comenzás a caminar por la calle y sólo…¡LA CONCHA DE LA LORA! ¡Pero la puta que lo re mil parió! “¿Puede ser? Una vez. Una vez terminar un día bien. Una sola vez”. Era todo perfecto hasta que pisaste una baldosa floja llena de agua estancada que, ahora, está en toda tu ropa. Es increíble. Es increíble que una cosa material tan insignificante pueda cagarnos la ilusión de un día perfecto. Es increíble, pero lo hace. Y a ella le encanta hacerlo. Le encanta. Y es por eso que ahí está. Sigue ahí. Tu ilusión, mi ilusión, tu felicidad, mi felicidad, nuestra felicidad se va con una simple pisada en una maldita baldosa floja. Qué fácil se va lo bueno, ¿no? Y si…muy fácil. Pero insisto, a ella no le importa cagarte el día, ella está floja para eso. Y pasaremos nosotros y pasaran miles y miles de días y ella seguirá ahí. Esperando. Inestable, pero cómoda. Esperando su próxima victima.
gmg

jueves, 10 de junio de 2010

Tiempos modernos: entre ropa y responsabilidades


Aclaro que voy a generalizar. Voy a hacerlo porque lo que veo en mi lo veo, también, en muchos otros hombres de mi generación y de otras. Creo que es un punto interesante para ser analizado por un sociólogo y/o psicólogo que dedica su tiempo a tratar de entender al hombre moderno, al ser masculino contemporáneo. Para exponer este punto voy a pasar a explicar lo sucedido el día de ayer:
Lejos, en mis sueños, escuché una voz conocida que, bardeándome y con algún que otro golpe bajo, insistía en pedir que me levante. Era mi mamá, que ya había logrado, por lo menos, hacerme una idea de dónde estaba situado y en qué momento, más allá de tener los ojos cerrados. Yo estaba en mi habitación, refunfuñando en la cama, moviendo mis pies entre la frazada y las sabanas descolocadas del lugar donde estaban cuando me acosté. Y si...todavía no llegó el día en que despierto en una playa griega con Scarlett Johanson entre mis brazos, pero bueno. El hecho es que en medio de esas indirectas directamente directas de mi madre, surgió un consejo originado por el hartazgo de mis quejas en días anteriores: “Con tu hermana vamos a ir a Nine hoy a la tarde. ¿Por qué no te levantás a hacer las cosas que tenés que hacer, así después venís con nosotras a mirar algunas cosas y te dejás de joder con que no tenés ropa?”. Buen consejo. Acto seguido, me levanté y así comenzó el día (a las 12:40 hs).
Eran casi las 18 hs, yo seguía haciendo cosas y las dos mujeres antes nombradas insistían en que me apurara, así nos íbamos. Accedí, sabiendo que, a los cinco minutos, yo iba a estar preparado, esperándolas a ellas. Así fue.
Llegamos a Nine (conocido shopping de Moreno) y comenzamos a recorrer. Como mi economía y mi vida aún son dependientes, necesitaba recibir el aval de madre para efectuar alguna compra. Yo quería una campera, pero ella insistía en que necesitaba unas zapatillas “formales”, necesarias para cualquier acto que lo requiera. En verdad, yo quería ambas cosas. Arrancamos viendo zapatillas, local por local, pero, a la vez, intercambiando miradas con alguna que otra campera. Y después de ver muchas y probarme algunas, terminé decidiéndome por una, que fue comprada. Me salí con la mía. La idea era comprar zapatillas, pero prevaleció, hasta el hartazgo, la idea de comprar una campera. Con todo esto se fue una hora, lo que me pareció muy extraño, ya que antes era ir, echar un primer vistazo y listo. ¿Qué pasaba ahora? Y para sumar a mi pregunta, ¿por qué mi hermana, que fue con intención de comprarse un sweater, entro a un local, hecho el vistazo y luego compró? ¿Por qué ella estaba actuando de la forma que yo actuaba antes? Y, ¿ por qué yo estaba actuando como ella actuaba antes? Sin detenerme a analizar mucho, seguimos ida y vuelta por los locales, donde encontraba zapatillas que me gustaban pero que no me convencían del todo. Quizás me gustaban mucho, pero no me animaba a decir: “Si, quiero éstas”. Hasta que vi unas que sí me gustaron mucho. Entré contento al local, ya que por fin había encontrado unas que, por lo menos, pasaban la barrera de la vidriera y llegarían a la etapa del probado. Apenas entré, vino el vendedor (cual depredador) a ver si andábamos necesitando algo.
- Hola, sí. Quería ver unas zapatillas negras que están en vidriera – le decía al vendedor, mientras nos acercábamos a la vidriera – Éstas.
- Ah, mira, no tengo de esas en tu talle. Son zapatillas de mujer, tengo hasta el 39.
¿Qué? ¿Las zapatillas que estaban por cruzar la barrera eran zapatillas de mina? Noooo! Salgo decepcionado del local y por más de media hora seguí analizando las demás opciones que tenía. Pero no me podía decidir por nada. La duda me había comido la cabeza. ¿Qué me estaba pasando? ¿Será que entramos en un proceso en el que los hombres se están mujerizando y las minas se están hombrerizando? Dios, ¿qué nos pasa? De un día para el otro: hombres con arito, con uñas pintadas, que tardan horas en decidir que ropa comprarse y que ropa ponerse. Los que me conocen deben saber que no soy una persona que se vista muy bien, o por lo menos a la moda. Y eso aún lo conservo. No es que esté en contra de la moda, simplemente me pongo lo que me gusta y listo. Pero antes no era tan histérico con la ropa. ¿Me estoy metrosexualizando? ¿Soy yo o somos todos los hombres? ¿Qué pasa? No podía responderme y no puedo hacerlo aún. Lo único que pude llegar a decirle a mi hermana en ese momento, lo único que me salió desde el fondo fue: “los hombres estamos cada vez más raros y las mujeres más independientes”. “Los hombres estamos cada vez más putos y las mujeres no se....más trabajadoras”. No sé que tenia que ver esa comparación entre ropa y responsabilidades, no sé, pero es lo único que supe decir.
gmg

lunes, 7 de junio de 2010

Un viernes "deshombreado"

Hay excepciones, obvio. Toda regla, toda teoría las tiene. También, hay miles de mujeres que, por las mismas causas, obrarán de igual manera: resguardándose en sus casas o en sus lugares de reunión para esta clase de eventos. Pero lo más seguro, la teoría aquí plasmada, es que la noche del viernes 11, en todas las ciudades argentinas, quedará deshabitada de hombres. Y si…tenemos que concentrar. Llega el primer partido de la selección argentina de fútbol en el mundial de la FIFA “Sudáfrica 2010” y hay que estar bien despierto. No se puede ver a media maquina. Nooo, imaginate si por estar cabeceando de repente cerrás los ojos y te perdés el exclusivo reportaje a la esposa del cuñado del padrino de Mascherano que fue, ponele, el primero que le gritó “Masche, pone huevos” y, desde ese día, Javier juega cada partido como si fuera el último. Imposible. Uno no se puede permitir ese tipo de descuido. ¿Cómo voy a estar cabeceando en la previa de la previa del partido? Si, porque el argentino se levanta a las 8 am para ver “la previa de la previa” para, luego, continuar con la previa a las 10 am y finalizar con el gran esperado partido a las 11 am. Y ni hablo del postpartido, con las mejores jugadas, los goles, los goles que no fueron, etc. Insisto, no se lo puede permitir. El argentino tiene que agotar todos los recursos posibles que encuentre para intentar ponerse, hasta el último minuto del campeonato (o hasta donde su selección llegue), en la piel de los jugadores, para poder afirmar que vivió el mundial. Así que esta noche anterior al primer partido queda totalmente eximida de toda salida e, incluso, hasta de relaciones sexuales. Es que aunque Diego les permita esto a los futbolistas seleccionados, el argentino se crío a la vieja escuela y, por ahora, se lo sigue autoprohibiendo. Lo siento novias argentinas, pero ésto sólo sucede ciertos días de un mes y cada cuatro años. No se pueden quejar. Tengan en cuenta que ustedes tienen noches y días privados de salidas y de relaciones. Y, encima, con más frecuencia. Mínimo, una vez por mes. Sino pregúntenle a Arjona cada cuánto se suicida la cigüeña. Está bien, podrán decir que lo suyo es natural, que no pueden evitarlo, pero no por nada se dice que el argentino lleva el fútbol en la sangre, de alguna otra manera, ésto también es natural.
Si…esto de la concentración tiene sus sacrificios. Pero uno se siente reconfortado si el equipo triunfa, porque uno piensa que fue gracias a él. Que su energía y concentración sirvió para que el equipo triunfe. Es por eso que cuesta asumir la derrota, ya que además de estar triste por el resultado, uno se pone a pensar la noche que se perdió en vano. Y es aquí donde de las llamas del olvido surge el ganador. El único gran ganador del fin de semana. La excepción. Claro, porque con todo el carnaval del partido, uno se olvida de ese que salió esa noche y la rompió. Ese que, estratégicamente o no, zarpó la nave en un mar poco transitado de mujeres libres de novios y despechadas por la ausencia de sus parejas. Jactándose de ser, quizás, uno de los únicos hombres en el boliche, gran atribución. Ese es el verdadero ganador y no hay con que darle. Es así.
Yo, en este caso, seré uno más que responda a la regla y me quedaré en mi casa concentrando. Quizás sea una idiotez quedarme en mi casa, teniendo la clave del éxito, la fija de esa noche. Pero bueno, ya es decisión tomada. Igualmente, no se crean que voy a dejar pasar a estos “ganadores” tan fácilmente. No, no. Sino para qué creen que les estoy contando esto. Para que los que lean esto reaccionen y se den cuenta que tienen que salir igual, sin que importe la previa de la previa y la previa. Así, terminan saliendo muchos hombres, la ciudad queda habitada por muchos entes masculinos y estos “únicos” terminan siendo más del montón y pierden ese atributo de triunfadores momentáneos. De esta manera, si Argentina pierde el partido, no me sentiré tan mal por la noche que pasó, ya que sería una más y no una llena de oportunidades, de mujeres solas que buscan disfrutar de su noche de chicas. Es un escudo para, en el caso de perder contra Nigeria, sentirme menos perdedor.
gmg

jueves, 3 de junio de 2010

La perra de mi perra


Milanesas de pollo. No eran de carne (sus favoritas), pero eran milanesas al fin y al cabo. Digamos que eran su segunda opción. Yo las comía, mientras miraba los vomitivos dotes actorales de Sebastián Estevanez, esperando que empiece “Two and a half men” (horriblemente doblado en Telefe). De pronto, lo mismo de todos los días, de todas las cenas y almuerzos: su cara, su canoso hocico posado sobre mi pierna izquierda y sus ojos mirándome, como el gatito con botas de “Shrek”. Yo la miré como diciendo “¿en serio pensás que te voy a dar un pedazo?”. Ella seguía en la misma posición, tratando de generar la mayor pena posible. Con el mismo vacío en su mirada. Y si…esta vez fue diferente a otros días: me había convencido. Sentí un viento de humanidad enorme y le dí una gran parte de la última milanesa que quedaba en el plato.

Al rato, ya en el sillón mirando “Dos hombres y medio”, escucho los pequeños pasos de Maggie que se acercaba. Se para frente a mi y me mira, pero no directamente. Comienzo a acariciarla suavemente, pasando mis manos, cada tanto, por unas zonas (como las costillas) donde, por alguna razón, se le genera una especie de reflejo que hace que empiece a mover una de sus patas traseras rápidamente. Sigo acariciándola, hasta que, en un movimiento, alejo el brazo de su cuerpo y ella aprovecha a irse, como cansada de cariño, haciendo algunos pasos hasta llegar a la ventana. Desde allí se pone a observarme de reojo, acostada en el piso. Me quedo mirándola, por un tiempo, hasta que vuelvo la vista a la tele. Al instante, ella se para y vuelve a mi lado nuevamente. Con una mirada perdida en la pared, pero acercando la cabeza para ser acariciada. Accedí a su pedido, un poco confundido, y veo que después de un tiempo decide continuar con el juego. Mientras la acariciaba, ella corría y volvía su cabeza como diciendo “ahora quiero, ahora no quiero. Ahora quiero, ahora no quiero”. Se alejó dos pasos y luego volvió para que siga con ese gesto de cariño. Y ahí fue cuando me dí cuenta. ¡No lo podía creer! De repente me había convertido en su touch and go. En su sextoy sin sex. En su chongo de caricias.

¡Noooo, conmigo no! Ya conozco bastantes histéricas en esta vida. No estoy para que mi propia perra también venga a histeriquearme.

Entonces, decidido, corté por lo sano. Me levanté del sillón, fui a lavarme las manos, me senté frente a la computadora y la esquive todo el resto del día. Ella venía, cada tanto, a mi lado, con la intención de seguir con el juego, pero le fui indiferente. “Lo siento Maggie, pero no es mi deseo ser un dominado y mucho menos ser un dominado tuyo".

A partir de ese día revertí la situación. Yo seguía controlando el juego y, al parecer, así somos todos más felices.

Todo volvió a la normalidad, pero nunca voy a olvidar el día en que, siquiera por un instante, me convertí en su juguete. O como dirían en el doblaje de alguna película: “fui su perra”. Fui la perra de mi perra.

gmg

lunes, 31 de mayo de 2010

Un Toti Pasman del Transporte


Les debe estar picando mucho las orejas a las madres, hermanas, tías o abuelas de los trabajadores de TBA, puteados por miles y miles de pasajeros. Está bien, sabemos que ellos no tienen la culpa. Pero son la cara visible de esta parva de fantasmas que se digna en seguir brindando un servicio cada día más deficiente, sustentado por la resignación de la gente que se acomoda al “es lo que hay”. Y hoy, esa resignación goleó e hizo estallar mi rutina.
El tren se paró en Liniers por no se qué “bla bla bla” en Caballito. Permanecí medio tolerante en el vagón, hasta que “la voz de la estación”, siempre gangosa, avisó la cancelación del servicio a Once, acotándolo entre Moreno – Liniers. Llamé a “ayuda al turista” (mamá) y me aconsejó que vaya hasta Rivadavia a tomar el 86, para luego bajarme en Carabobo, tomarme el subte y llegar a destino. Consejo que seguí.
Liniers, como un hormiguero humano, era paisaje de colectivos y colectivos que pasaban sin detenerse, como riéndose de uno que, ya histérico, aguardaba en la calle helada con los pies y las ganas frías. El clima comenzó a empeorar la situación que ya empezaba a ganarle a la poca sonrisa que quedaba. Esperando y esperando, viendo pasar todos los carteles de los bondis que iban a Primera Junta, el tiempo se iba yendo, acompañado de la esperanza de llegar no tan tarde.
Se hicieron las 8:30 am y el “reír por no llorar” ya se estaba convirtiendo en un estallido que no iba a terminar en buen puerto. Seguí aguantando un poco más, sin escuchar a mis pies que pedían cambio, hasta que un detonante casi inesperado me hizo tomar la decisión de partir. Un hombre que iba haciendo windsurf agarrado de la puerta del “1” e impulsado por el viento y la velocidad de dicho colectivo, cayó sobre la calle delante de cientos de miradas perplejas que, rápidamente, se apagaron.
Ma siiii!!! ¡Prefiero vivir!
Me di media vuelta y volví puteando a la estación, esperando llegar rápido a casa.
Y así es como cada día seguimos en un círculo de resignación y estrés al cual no le encuentro solución. Sometidos a ser los “Toti Pasman del transporte”, los que “la seguimos chupando” y los que, por más que nos pese, “tenemos adentro” la de todos esos fantasmas que viven de nuestras necesidades y nos hacen esclavos de sus juegos lucrativos.
gmg
PD: Al parecer, al hombre que cayó del colectivo no le pasó nada. Se estaba levantando normalmente.